Madrid embotellada

LA ALCALDESA, que no sabe lo que hace ni qué quiere, está que trina. Por mucho que cambie, no arregla lo que desarregló. Empezó mal, pero sigue peor: no ha nacido para estos empujones. Y, si Madrid logra los Juegos, se le pondrán las cosas muchísimo peor: ella no fue preparada para estas cosas y parece ya harta. Y también los madrileños: qué casualidad. La han metido en un berenjenal que no es el suyo. Y ella, en cambio, mete una pata cada día: es para lo que está dotada. Pero si no es un ciempiés, está acabada. La infeliz se equivoca de cifras, de años, de acusados. Dice tener un proyecto que no aclara. Si no es el de retirarse (algo mejor que Esperanza Aguirre), su proyecto no es bueno. Madrid es mucho Madrid —y más Madrid que va a ponerse con Olimpiadas— para tan poca cosa. Y la Comunidad de Madrid no la ha querido nunca: ya tiene su proyecto de alcaldesa. Como el PSOE el suyo, que sería un regalo para las Olimpiadas... Ana Botella se ha equivocado demasiadas veces, destituido sin ton ni son, apareciendo u ocultándose sin motivo. Más valiera que se pase al Senado: estaría más tranquila ella y dejaría a los madrileños más tranquilos.